Jesucristo, metafísico y místico

Verbo y verdad en el pensamiento de Fernando Rielo

Teaching

Nos gustaría al respecto de este sugerente título abrir un diálogo con intelectuales, con quienes estén convencidos, como nosotros, de este “cambio de época” que vivimos y el consecuente requerimiento de un nuevo modelo o paradigma para el mismo.

Muchas de las enseñanzas de Jesucristo han sido recortadas en el desarrollo del pensamiento filosófico de estos últimos XX siglos de historia por la llamada cristiandad religiosa grecolatina-judeocristiana, que ha ocasionado que se pueda llegar a afirmar que “hablar de filosofía cristiana” es lo mismo que validar “la cuadratura del círculo”. Por otra parte, nos vienen recordando varios pensadores que el siglo XXI o es místico[1] o no será; lo cual viene siendo evidenciado por la ruptura de la unidad en las diferentes culturas y confesiones religiosas o en la desvinculación de multitudes al seguimiento y a las prácticas en las mismas.

Fernando Rielo, con la Escuela Idente por él fundada, nos conduce en sus investigaciones y sus escritos durante más de cincuenta años a redescubrir la auténtica propuesta metafísica, antropológica y epistemológica del Maestro[2]. Jesucristo es considerado por Rielo el metafísico por excelencia de la historia y, como tal, filósofo, pedagogo y educador, con una gran influencia hasta hoy. Lo podemos comprobar acudiendo fundamentalmente a la fuente primera, la Biblia y sobre todo el Nuevo Testamento. Proponemos, a manera de ejemplo, el análisis de estas referencias:

· “… a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios (Jn 10,34-38; Heb 5,5ss; Sal 82:6), se despojó de sí mismo y se hizo semejante a los seres humanos” (Fl 2, 6-7).

· Sobresalía desde muy tierna edad (Lc 2,47) por su inteligencia y por su capacidad interlocutora.

· La admiración que a su pensamiento se tenía por la originalidad que ofrecía frente a las doctrinas tradicionales y contemporáneas (hebreas, judías, grecorromanas), se puede analizar en Mc 1,21; 6,2; 11,18. Recordemos que la “sinagoga” era el lugar donde se reunían los sabios judíos, una especie de universidad de nuestro tiempo. Allí enseñaba Jesucristo y “se maravillaban de su doctrina”. Su autoridad moral, intelectual, académica, superaba a la de los doctores judíos (escribas), “titulares de la cátedra”, dedicados profesionalmente a los más altos estudios de la ley, recogidos principalmente de la Torá escrita o biblia hebrea; pero también en la tradición o torá oral.

Todo ello -como es común en estos casos- le hace sufrir a Cristo persecuciones por parte de los “sabios” de su tiempo, pues la novedad de la enseñanza del Maestro (Jn 5,18; 7,16; 8, 53-59; Icor 2,5) y de su bien formada doctrina, incomodaba a las ideológicas convicciones de escribas, fariseos (Mt 23,13-28) y saduceos (Mt 22, 23ss); quienes por sus creencias, tradiciones y perspectivas socio-políticas, a todos ellos la Escritura les considera “enemigos de Jesús”, convirtiéndose en la causa histórica de su muerte. Esta -su muerte- y su resurrección se constituyen en fuentes de potenciación inspirativa de la trascendencia del “pensamiento de Cristo”, de notable diferencia al que hoy conocemos como “pensamiento cristiano”.

Veamos por qué y cómo se puede recuperar el auténtico pensamiento metafísico, antropológico y epistemológico de Jesucristo; o mejor, dar un primer paso en el estudio del Sujeto Absoluto: el de la “binidad”, [P1≑P2], P1 complementario de P2**,** tratando de entender la insistente revelación que hace Cristo (P2) en el Evangelio de su relación con el Padre (P1), como se puede observar en Jn 17. Pretendemos acercarnos a una primera comprensión de este metafísico “principio de relación” con el testimonio de algunos autores actuales y el ensayo de respuestas a las cinco sugerentes preguntas que nos planteamos después para abrir el diálogo:

Þ “… Se oyen voces que no las tienen todas consigo sobre si pervivirá una idea ligada al cristianismo, pero diferente a él: la Cristiandad". Así, la filósofa francesa Chantal Delsol publicó el año pasado El final de la Cristiandad, obra que está copando buena parte del debate religioso en su país. Algo similar ocurre desde hace un lustro en EEUU con el libro de Rod Dreher La opción benedictina, cuyo subtítulo es bien explícito: “Una estrategia para los cristianos en una nación poscristiana”. El mismo papa Francisco, ya en 2014, hizo declaraciones no menos contundentes: “No estamos en la Cristiandad, ya no”, que luego ha repetido. ¿Qué es, pues, esa “Cristiandad” de la que anuncian su final tan diversos autores?”… Ratzinger ha sido un firme defensor de la lucha por la civilización cristiana, no solo del cristianismo como religión. De hecho, quizá estemos ante el intelectual que con mayor firmeza ha batallado por la triple raíz de la Cristiandad, esto es, por Atenas, Roma y Jerusalén: por el pensamiento griego, por la juridicidad latina y por la espiritualidad judeocristiana”… contundentes palabras de Søren Kierkegaard, “el cristianismo aún no existe”… La Cristiandad continúa con nosotros, aunque maltrecha, porque aún no hay un pensamiento que haya desplazado por completo la tradición filosófica que le proporcionó su médula [la negrita es nuestra]…la Cristiandad continúa con nosotros, porque aún son muchos los cristianos que no se han quedado ni con el palo ni con el travesaño solos de la cruz:…Estos cristianos aceptan la cruz completa… Quieren que su cristianismo llegue hasta la médula de una Civilización”. (IDEAS, “¿Se ha acabado la cristiandad?”. Miguel Ángel Quintana Paz, DISENSO Fundación).

Þ “… La Iglesia es, sobre todo, una escuela o universidad para la formación de santos; no para encontrar ciertos consuelos morales o espirituales, para calmar nuestras conciencias de nuestros delitos, o para alcanzar prebendas, beneficios, o para movernos por otra suerte de intereses. La Iglesia ha nacido para la santidad” (Fernando Rielo, Valladolid, 5 de diciembre de 1971; CI p 7).

Þ “Es preciso que Jesucristo, en quien se recapitulan todas las cosas, sea anunciado con claridad e inmensa caridad…(ReL 12.09.2025). Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismos y a su alrededor” (papa León XIV, 3 agosto 2025).

Þ «Tenemos que sentar a Cristo, ciertamente, en las cátedras de este mundo, e incluso lo tenemos que sentar en la misma suprema cátedra que Él estableciera. San Pablo se lo propuso recibiendo de Roma la amenaza, el propósito de ejecutarlo por su excesiva influencia, como si fuese una especie de rival” (F. Rielo, En el Corazón del Padre. BAC, Madrid, 2014, p 149s).

PARA DIALOGAR:

  1. ¿Podríamos ejemplificar en el pensamiento y actuar humanos cómo se identifican las leyes ontológicas de la perfectibilidad, inmanencia y trascendencia, que emergen de una “ley interior” o divina presencia constitutiva-DPC en el ser humano[3]? (Nos puede ayudar a ello el análisis de las referencias de nuestros dos autores -Jesucristo y Rielo-, presentadas en este artículo).

2. ¿Hay consciencia, razones o argumentos para postular que Jesucristo es “el más grande de todos los pensadores”, el “metafísico y místico por excelencia”, “el divino educador o pedagogo”? (F. Rielo) ¿Cuál es la razón o los criterios por lo que esto ha sido puesto en duda -hasta ahora- en la historia del desarrollo del “pensamiento cristiano” y en la universidad actual?

3. ¿Qué comparaciones, similitudes y diferencias se pueden establecer entre la metafísica parmenídea, platónica, aristotélica (y la de sus seguidores en la Hª de la Filosofía) con la metafísica de Jesucristo (Ej. Hch 17,27-28), refrendada por Fernando Rielo en este último siglo?

4. ¿Cuál es la mayor novedad de la propuesta epistemológica de Jesucristo, recogida metodológicamente en el pensamiento de Fernando Rielo desde el Evangelio? (Para ello podemos ayudarnos de Jn 7,39 y Jn 14,25-26).

5. ¿Una antropología que ha renunciado a la metafísica desconoce a la persona humana? ¿Con qué argumentos se puede negar o afirmar esto?


[1] Recordemos que para Fernando Rielo la mística hay que conceptualizarla en el que él llama “modelo teantrópico”, superando así el cosmocentrismo, teocentrismo y antropocentrismo, como los grandes modelos o paradigmas que han regido -y rigen todavía- a la humanidad. Teantropía para él es “Acción de Dios en el ser humano con el ser humano. Dios actúa en nosotros, no sin nosotros”.

[2] “Tengo un sistema de pensamiento con unas características propias. Yo parto de Cristo mismo, que es el metafísico por antonomasia. Si Él dijo: “Yo soy la Verdad”, no nos iba a dejar de enseñar o revelar la concepción del ser. Me considero, por tanto, simplemente discípulo de Él. No pertenezco a ninguna escuela filosófica: tengo creada mi propia escuela idente en la que pueden formar parte profesores, pensadores, que no sean miembros de la Institución” (Fernando Rielo, (2000). Un Diálogo a Tres Voces, Madrid, FFR, p 127).

[3] Fernando Rielo: “Función de la fe en la educación para la paz”. En: “Educar desde y para la Paz”. 2001, Madrid, FFR, p 116.